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Los buques que conmocionaron al mundo

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Los mejores ejemplos de la tecnología naval de todos los tiempos: fuerza, belleza y valor. Cada uno de estos barcos realizó hazañas que han entrado en la historia. Su sola presencia estremecía a sus enemigos.
Los más fuertes entre los fuertes. Eran los únicos capaces de cambiar la situación en el teatro de operaciones (muy frecuentemente, con su sola presencia) y cuestionar todas las reglas de la batalla naval. Ellos cambiaban el mapa político del mundo, combatían y ganaban.  

El portal de armas ruso Topwar ofrece ha elaborado una clasificación de los buques más sobresalientes del siglo XX, pero la lista tiene un valor puramente ilustrativo: cada uno de los barcos que la componen ya tiene su lugar en la historia.

El acorazado Dreadnought



Botado en 1906, el acorazado británico Dreadnought se convirtió en un nombre familiar para todos los buques posteriores de esta clase. Con un tamaño excepcional, y una velocidad y potencia de fuego sin precedentes, este 'monstruo' equivalía a una formación entera de acorazados 'pre Dreadnought'. Para el diseño del buque fue tenida en cuenta toda la experiencia de las batallas navales anteriores (en el primer lugar, las de la guerra ruso-japonesa) y se incorporaron los últimos logros científicos e industriales. Las principales razones de su triunfo fueron:

-El concepto 'All-big-gun' ('solo grandes cañones'). Nada menos que diez cañones del calibre principal en lugar de los tan solo cuatro que llevaban los acorazados de la época. Pero lo más importante fue el fuerte aumento de la precisión.

-La planta de propulsión a partir de turbina de vapor. El uso de turbinas aumentó la velocidad en varios nudos, haciendo a los buques de línea clase Dreadnought los más rápidos de la época (22 nudos, unos 40 kilómetros por hora). Pero lo más importante fue que el uso de turbina permitía no bajar esta velocidad durante varios días seguidos, a diferencia de las máquinas de vapor de otros buques de guerra.

Tan solo tres años después de la aparición de Dreadnought fue botada la nave alemana Nassau, dando lugar a una 'carrera mundial de dreadnoughts'.


Acorazados clase Bismarck

A los acorazados de clase Bismarck pertenece el barco que dio la pelea más entretenida de la historia de la Armada. Todo comenzó con una sencilla operación: la nave más poderosa del Atlántico que formaba parte de la Marina de guerra de la Alemania nazi, acompañada por el crucero pesado Prinz Eugen, zarpó para interceptar unos convoyes aliados. En los estrechos daneses los invasores alemanes se encontraron con una flota de buques de guerra británicos. Comenzó una batalla fugaz en la que Bismarck, con tan solo cinco salvas, llevó a pique al novísimo crucero de línea británico Hood, el orgullo de la Armada nacional, con toda su tripulación (1.415 personas).


Al darse cuenta de que se trataba de una nave de combate sin precedentes, y además en manos de un equipo de profesionales muy preparados, el mando naval del Reino Unido envió para cazar al Bismark una enorme flota de 200 buques de guerra: todo lo disponible en el Atlántico.

Dos días después, mientras navegaba hacia las costas de la Francia ocupada, el Bismarck fue atacado por aviones torpederos Fairey Swordfish del portaaviones HMS Ark Royal. Un torpedo destrozó uno de los timones del acorazado alemán, lo que imposibilitó que maniobrase. La mañana siguiente, el inmovilizado Bismarck fue atacado por la enorme flota: en el escenario aparecieron todos los cruceros pesados y acorazados de la Marina británica del Atlántico, iniciando el último y más dramático capítulo de la historia de esta caza.

Más de 2500 proyectiles de cañones de gran y mediano calibre acabaron con la bestia nazi, rematada por tres torpedos que impactaron debajo de la línea de flotación. De los 2.200 tripulantes sobrevivieron solo 115.

Los intentos de hundir el segundo acorazado clase Bismark, el Tirpitz, no se detuvieron durante toda la guerra. Los ataques infructuosos de escuadrillas de aviones torpederos, minisubmarinos, etc., contra la base donde se refugiaba el temible gigante no cesaban. Aviones de ataque y bombarderos británicos realizaron 700 misiones de combate. Solo en otoño de 1944 el Tirpitz fue hundido por monstruosas bombas Tollboy de 5 toneladas de peso.
 
Bismarck y Tirpitz desaparecieron, convirtiéndose en un ejemplo sobresaliente de la resistencia militar a los buques de la clase 'acorazado'.

Portaaviones estadounidense clase Essex

La clase Essex fue una serie de 24 portaaviones de la Armada de los Estados Unidos construidos entre 1940 y 1944. Fue la serie más numerosa de buques de guerra pesados del siglo XX.



Los Essex fueron de los portaaviones más grandes y avanzados de su tiempo. Desplazamiento de 36.000 toneladas, velocidad de 33 nudos, tripulación de 2000-3000 personas, enorme ala aérea de hasta cien aviones de combate… Solo 14 de ellos lograron llegar a la zona de combate contra Japón, pero fue suficiente: la Armada imperial no pudo hacer frente a estos monstruos. Cientos de aviones desgarraron al enemigo sin dejarle ninguna posibilidad de victoria.

Sin embargo, la época de los aviones de propulsión a chorro acabó con estas naves antes de tiempo: su cubierta se quedó pequeña para los Phantoms (F-4). A principios de la década de los 70, el último Essex fue dado de baja.

El programa de escala 'devastadora' de la construcción de los Essex, junto con las excelentes características de los propios buques, les dio un pase incondicional a la inmortalidad.

Acorazados clase Iowa

Construidos en la época de la Segunda Guerra Mundial, los acorazados clase Iowa arrasaron con sus cañones la mitad de los atolones del océano Pacífico. Su artillería hostigó las costas de Corea y Vietnam.

Un incidente curioso se produjo en 1983: la Fuerza Aérea estadounidense resultó incapaz de superar la defensa de las baterías de misiles antiaéreos sirios, por lo que uno de esos acorazados tuvo que partir en su ayuda, el New Jersey. Sus cañones de 406 mm alcanzaron Beirut y uno de los proyectiles eliminó el puesto del mando sirio, junto con el comandante del contingente sirio en el Líbano.



Un respiro breve, reactivación y modernización, y a mediados de los 80 los, al parecer, anticuados cañones de 16 pulgadas ya coexistían en estas naves con misiles de crucero y cañones Phalanx de tremenda cadencia de 4.500 disparos por minuto.

Su última misión tuvo lugar en 1991, cuando dos de ellos, el Missouri y el Wisconsin, atacaron la costa de Irak con seis decenas de misiles de crucero Tomahawk contra Bagdad.

Igual de legendaria fue su participación en el cine: a bordo del Missouri fue firmada, en 1945, la rendición de Japón (cine documental) y también en esta nave se filmó la película 'Alerta máxima' ('Under siege') en 1992.

Son los últimos acorazados del mundo, el pináculo de la evolución de los buques de su clase. Acero y fuego, la historia de combates navales de medio siglo.
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