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Murdoch: Publicar los diarios de Hitler fue “un gran error”

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Publicar los diarios apócrifos de Adolfo Hitler fue “un gran error”, admitió el magnate mediático Rupert Murdoch. “No niego mi responsabilidad”, dijo este miércoles ante la Comisión de Ética que lo cuestiona por el escándalo de las escuchas teléfonicas ilegales a celebridades.
Murdoch: Publicar los diarios de Hitler fue “un gran error”

Publicar los diarios apócrifos de Adolfo Hitler fue “un gran error”, admitió el magnate mediático Rupert Murdoch. “No niego mi responsabilidad”, dijo este miércoles ante la Comisión de Ética que lo cuestiona por el escándalo de las escuchas teléfonicas ilegales a celebridades.

Se prevé que los supuestos diarios sean subastados este viernes en Berlín. Según la agencia de noticias alemana DPA, el precio inicial del lote es de 7.000 euros. Los textos que en su época provocaron la respuesta feroz de la sociedad contienen reflexiones antisemitas y misantrópicas, más dos "entregas especiales" sobre el vuelo de Rudolf Hess al Reino Unido.

El caso de los diarios de Hitler se considera uno de los fraudes más sonados del siglo XX. Todo empezó el 6 de enero de 1980, cuando un conocido coleccionista de la parafernalia nazi de la época del Tercer Reich mostró al reportero de la revista alemana Stern, Gerd Heidemann, un cuaderno de 100 páginas con las letras A. H. en la cubierta. Dentro había alternadamente notas escritas con lápiz y tinta. Todas llevaban fechas entre enero y junio de 1935. Los diarios presuntamente fueron parte de los documentos rescatados entre los restos de una catástrofe aérea en Börnersdorf (cerca de Dresden), en abril de 1945.

Según el coleccionista, había adquirido la antigüedad de un general de la Alemania Oriental, con ayuda del hermano del general quien fue el mediador en la transacción. Además dijo que el alto mando poseía otros diarios también. En total, los presuntos manuscritos de Hitler datan del periodo entre 1932 y 1945.

Heidemann en persona se reunió con Konrad Kujau, el supuesto hermano del general, y comunicó luego a su revista que adquirir la rareza costaría unos 9,3 millones de marcos alemanes (unos 6 millones de dólares estadounidenses). Lo más improbable es que un archivo privado de Hitler pudiera permanecer desconocido durante 35 años y a pesar de que se sabía que a partir de los años 30, Hitler no escribía casi nada de propia mano debido a una serie de trastornos neurológicos que padecía, Stern compró los textos, aunque hasta hoy en día se desconoce la suma exacta. Para apoderarse de los manuscritos fue lanzada una operación secreta que terminó año y medio después.

Una vez que los diarios estaban en posesión de Stern se sometieron a tres análisis grafológicos  independientes, tanto en Europa como en EE. UU. Ninguno de los expertos dio una respuesta definitiva: el tipo de letra era gótica y poco legible, además tuvieron acceso por poco tiempo a la rareza, ya que la revista temía una filtración previa a su publicación. Por la misma razón, evitó las pruebas forenses hasta el último momento.

La ‘tormenta’ se desató el 22 de abril de 1983. Los expertos ‘revocaron’ sus conclusiones que aseguraban que los diarios podrían ser auténticos. Sin embargo, tanto Stern como el diario SundayТimes (que había comprado de Stern los derechos de la publicación al igual que Newsweek) empezaron a publicar los documentos antes de lo previsto, es decir el 24 y el 25 de abril, respectivamente.

El 6 de mayo estalló el escándalo. Especialistas de los Archivos federales de Alemania Occidental certificaron que el documento era una falsificación, ya que está hecho con papel moderno y la tinta también es moderna. Testificaron que el contenido tenía numerosos errores históricos y mayormente fue una copia de los discursos públicos de Hitler, más algunos comentarios ‘personales’. Los editores de Stern, Sunday Тimes y Newsweek tuvieron que renunciar.

El autor de los ‘diarios’ era el famoso estafador Konrad Kujau, el ‘hermano’ del ficticio general propietario de los manuscritos. En 1984, Kujau y Heidemann fueron juzgados. Ambos recibieron 42 meses de cárcel. Nunca se supo qué pasó con el dinero que recibieron de Stern. Lo único cierto es que después de la 'compra', Heidemann compró dos villas en España, dos autos de lujo y joyas, entre otras cosas, por un total de 1,5 millones de marcos. Todo eso con un salario de 5.400 marcos en Stern.

Al quedar libre, Kujau se aprovechó de su nueva fama y abrió un estudio donde empezó a vender “las falsificaciones auténticas de Kujau”. Murió en el 2000, a la edad de 62 años. En cuanto a Heidemann, en una entrevista con The Independent en el 2008 el ex periodista dijo: “Soy jubilado, tengo mis 280 libras mensuales (unos 450 dólares) de seguro social. También me recompensan la renta, mi seguro médico y mi seguro de asistencia a los ancianos”.

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