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Mejor destituir que asesinar: ¿Es Trump lo bastante "desagradable" como para sufrir un impeachment?

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Los redactores de la Constitución de los Estados Unidos incluyeron en 1787 la posibilidad de destituir legalmente a un presidente... como una medida para prevenir su asesinato.
Mejor destituir que asesinar: ¿Es Trump lo bastante "desagradable" como para sufrir un impeachment?

Es probable que la palabra 'impeachment' esté sonando ahora en Estados Unidos más que nunca, incluso más que cuando Bill Clinton fue precisamente sometido a uno, por el escádalo del caso Lewinsky, y por sus mentiras al respecto en las sesiones de control del Congreso hace menos de 20 años. En lo que se refiere a Donald Trump, esta palabra ha estado flotando en el ambiente ya desde antes de su investidura, y cada vez se escucha con más frecuencia.

Varios periodistas y analistas políticos vaticinaron, en cuanto Trump ganó las elecciones, que sería destituido antes de que terminara su legislatura. El cineasta y escritor Michael Moore o el profesor de Historia Allan Lichtman -conocido, sobre todo, por lo acertado de sus predicciones en el ámbito político estadounidense- estaban entre ellos. Más recientemente, la profesora de política de la Universidad de Mánchester (Reino Unido) y experta en política estadounidense, Angelia Wilson, también dijo que "es muy probable que Trump sufra un 'impeachment' dentro de los primeros 18 meses" de su mandato. 

Mejor destituir que asesinar

En 1787 estaban reunidos, en una convención en Filadelfia, los redactores de la Constitución de Estados Unidos. Allí debatieron si la ley estadounidense debería incluir un proceso para eliminar a los presidentes que "se habían vuelto desagradables" ("rendered themselves obnoxious"), en palabras de Benjamin Franklin.

El impeachment deriva de una institución jurídica del Derecho Romano que permitía destituir a senadores (aunque no era aplicable a los emperadores). Franklin consideraba justo que existiera la posibilidad de acusar a un presidente por una supuesta mala conducta, presentando pruebas y proporcionándole la legítima oportunidad de ejercer su defensa. Es decir, consideraba justo que se pudiera juzgar a un presidente y destituirlo en caso de que fuese declarado culpable. Y sobre todo, creía que esa destitución podía salvar vidas, porque ya no haría falta matar al presidente para despojarlo del poder.

Y es así como se establece, en esa convención de Filadelfia, que dentro del sistema presidencialista, al desarrollarse un juicio político (impeachment) el órgano encargado del juzgar a todos los funcionarios civiles (incluído el Presidente) sería el Senado de los Estados Unidos de América y la acusación sería presentada por la Cámara de Representantes.

En la práctica, el 'impeachment' del presidente es el inicio de su destitución por "traición, soborno u otros delitos graves y faltas". Al ser los términos "delitos" y "faltas" bastante vagos y susceptibles de interpretación, se requiere un acuerdo político. La decisión de poner en marcha el proceso recae en el Congreso y es necesario un consenso entre sus miembros. Hasta hoy, en Estados Unidos sólo dos presidentes  se han enfrentado a este procedimiento, Andrew Johnson en 1868 y el mencionado Bill Clinton en 1998; ambos fueron absueltos. El mismo proceso iniciado contra Richard Nixon en febrero de 1974 terminó con su dimisión voluntaria tras el histórico escándalo del Watergate. 

¿Podría pasarle a Trump?

Hay quien lo da por hecho, y también hay quien lo pide insistentemente. Pero lo cierto es que culminar un proceso de 'impeachment' es difícil. De hecho, es deliberadamente difícil, y tiene sentido que lo sea. Tal como explican en un artículo al respecto publicado en Quartz, "básicamente, el 'impeachment' existe como medida de protección, por si las cosas van realmente mal, o lo parece. Si fuera demasiado fácil eliminar a un presidente, el gobierno estaría en constante conflicto, y no sería operativo para dirigir la nación". Además, en el caso concreto de Donald J. Trump, hay que recordar que tiene dos cámaras legislativas a su favor.

Pero, claro, también hay que considerar lo que Trump tiene en contra: de hecho, mientras se redactan estas líneas, tal como informamos en otro artículo, miles de personas están en las calles de estados unidos pidiendo a gritos su dimisión. En Atlanta uno de los eslóganes de la marcha será, precisamente, "Impeach now!". Su propio partido recela de su imprevisibilidad y de su escaso respeto al establishment y a cualquier norma que se interponga en su voluntad; y en general, hay muchísimas personas que consideran que Donald Trump es, sin lugar a dudas, el tipo de presidente que está empezando a "volverse desagradable", es decir, el tipo de presidente en el que pensaba Benjamin Franklin cuando decidió incluir, por si acaso, el impeachment en la Constitución de los Estados Unidos. 

David Romero

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