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Turquía y Siria: ¿se acabó la amistad?

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Mientras en los últimos días la situación en Siria centra la atención del Consejo de Seguridad de la ONU, Turquía, antes aliado del país árabe, reorienta su rumbo hacia EE. UU.
Turquía y Siria: ¿se acabó la amistad?

Mientras en los últimos días la situación en Siria centra la atención del Consejo de Seguridad de la ONU, Turquía, antes aliado del país árabe, reorienta su rumbo hacia EE. UU.

Recientemente el choque cultural y religioso entre Europa y Asia se ha extendido hacia la política, mostrando los intereses escondidos de algunas naciones de ela región. Al estar ubicado en una zona estratégica, Turquía siempre ansió con jugar un papel clave en la región.

“El gobierno turco quiere estar en el centro de la atención. Quiere ser el líder de la tendencia de cambios y reformas en Medio Oriente”, dice Jeremy Salt, experto en política de Medio Oriente.

Y cuando el viento que empezó a soplar desde Occidente trajo la crítica y la presión sobre Siria, Turquía no dudó en cambiar radicalmente su rumbo político y reorientar sus relaciones de buena vecindad. “Turquía cree que con Assad no tendrá posibilidad de obtener beneficios en la región a largo plazo”, asegura el profesor de Ciencia Política, Gokhan Bacik.

Históricamente Turquía y Siria no se llevan muy bien, porque Damasco apoyó a los separatistas kurdos. Pero en el 2003 el primer ministro turco rechazó abrir su territorio a Estados Unidos, que quería utilizarlo para invadir Irak. En ese entonces comenzó la era dorada de las relaciones entre Turquía y Siria: se firmó un acuerdo de libre comercio, se abolió el régimen de visados y hubo visitas de alto nivel con abrazos y apretones de manos.

Llegó incluso a creerse a ambos lados de la frontera que se compartía un suelo común. No obstante, esta buena relación no duró mucho: al iniciar 'la primavera árabe', Turquía cambio de bando y empezó a apoyar a la oposición siria buscando una alianza con EE. UU.

“Es un tipo de sociedad entre Estados Unidos y Turquía: los turcos ayudan a los estadounidenses a cambio de otras cosas. Así, Turquía se hace más y más influyente en la región”, continúa Bacik.

Sin embargo, este acercamiento le cuesta caro a Ankara. “La economía de Turquía sufre más por las sanciones contra Siria que ha apoyado. En particular porque Siria es su puerta al mundo de las exportaciones, lo que la obliga a buscar nuevas rutas de exportación hacia Líbano y a través de Irak hacia los estados del golfo Pérsico”, dice el analista.

Pero esto no es tan fácil porque la alianza con EE. UU. dañó también las relaciones de Turquía con otros países de la región. “Tras este cambio de posición, fastidió a Irán y a Irak que apoyan cada vez más a Siria. También el gobierno de Líbano ha criticado mucho a Turquía”, opina Jeremy Salt, experto en política de Medio Oriente.

Todavía no se sabe qué beneficios tendrá Turquía de este giro en su política exterior de vecindad, pero el viraje le ha creado más obstáculos de los que esperaba. Lo único claro en este camino resbaladizo es que ya no hay marcha atrás.

En la imagen: El almirante Mike Mullen, de la Armada de EE. UU. (derecha) y el general turco Isik Kosaner (izquierda) en Ankara a finales del 2010.

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