¿Quién saca partido de la furia islámica?

La película que denigra al profeta Mahoma, por la cual ya han sido asesinados varios diplomáticos y el embajador de EE.UU. en Libia, fue publicada en YouTube a mediados de este verano, pero los medios vinculan el gran eco que ha tenido con el 11 se septiembre, cuando sus fragmentos en árabe fueron vistos en Egipto y Libia y despertaron las protestas.

Bajo la bandera negra

Varios expertos creen que la verdadera causa de los disturbios no es la película, sino la situación política en la región. El presidente del Instituto ruso de Religión y Política, Alexánder Ignatenko, subraya que en el mundo islámico hay una fuerza que ya está aprovechando toda esta situación.

  “El núcleo de la mayoría de las protestas actuales son los salafitas, los seguidores de una de las corrientes más radicales del islam. Una gran parte de salafitas simpatiza con Al Qaeda, por eso muchas acciones se celebran bajo la bandera negra de este grupo”, dice. El experto cree que Al Qaeda, cuyo prestigio cayó esencialmente tras la 'primavera árabe', usa el escándalo para ganar la iniciativa política en Libia, Yemen, Egipto y otros países.

Los primeros pasos de Al Qaeda ya están a la vista: hoy el grupo terrorista ha pedido a los musulmanes que se unan para continuar las protestas y lograr el cierre de las embajadas de EE.UU. en sus países. Además, solicitó a "los hermanos musulmanes en Occidente que lleven a cabo sus deberes para apoyar al profeta" Mahoma, porque considera que son más capaces de llegar al "enemigo".

¿Venganza de los gobernadores derrocados?

La lucha por el poder durante la 'primavera árabe' fue dura, los revolucionarios prometieron a sus seguidores una vida estable en todos los sentidos. No obstante, el caos que se ha propagado en el mundo islámico muestra que tanto las autoridades actuales de Libia, como de Túnez y también de Egipto, no solo no han conseguido todavía elegir un camino para levantar el nivel de vida de sus ciudadanos, sino que también fallan en controlar la seguridad.
El antropólogo, experto en el islam y traductor del Coran Mark Shebel cree que la situación en el mundo árabe podría ser usada por los partidarios de los dictadores derrocados, como Gaddafi, Mubarak y Ben Ali, que aspiran a probarle al mundo la insolvencia de los actuales gobiernos islámicos y, puede ser, incluso a recuperar el poder.
“Creo que los fundamentalistas que odian Occidente, los ex altos cargos durante los regímenes de los dictadores caídos, y todos aquellos que perdieron los privilegios de los que habían gozado, querrán vengarse y van a atizar el odio de la gente que protesta”, dice.

Batalla en el campo estadounidense

No obstante hay otra fuerza política que se siente favorecida con la ira islámica contra EE.UU. Teniendo en cuenta que EE.UU. vive en período preelectoral, la reacción musulmana le 'hará el caldo gordo' a los republicanos. Los índices de popularidad de Barack Obama y Mitt Romney son casi iguales. Según los sondeos del 1 de septiembre, el 44% de los encuestados se mostró dispuesto a votar por Obama y el 43% apoyaría a Romney. La crisis islámica da una buena posibilidad al candidato republicano de desplegar una verdadera guerra informativa contra su oponente.
Mitt Romney condenó duramente la suave, según él, postura del presidente acerca del asesinato del embajador de EE.UU. en Bengasi, diciendo que “América sigue un camino erróneo cuando se disculpa por sus valores”. Mientras que el asesor de Romney, Rich Williamson, precisó que los ataques contra la embajada en Libia subrayan “la pérdida del liderazgo y prestigio estadounidense en Oriente Medio por la política fracasada de Obama en la región”.

Mientras tanto, por paradójico que sea, el mismo presidente Barack Obama también podría beneficiarse de la situación. Los que todavía no se han decidido podrían elegir la candidatura del demócrata. En las condiciones de crisis puede que la nación elija al que tiene una comprensión mejor de las cuestiones políticas. Romney con sus declaraciones radicales y, sobre todo, las últimas acerca de las protestas islámicas, indispone al auditorio liberal contra sí mismo.

Es dificil predecir qué frutos darán las protestas que de un lado pueden asfixiarse y de otro iniciar un conflicto de escala mundial a partir de contradicciones religiosas, igual que escribía en 1993 en su libro 'Choque de civilizaciones' el politólogo estadounidense Samuel Huntington.