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La creciente pobreza colinda con el esplendor olímpico en Londres

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El lujo de la Villa Olímpica en el Este de Londres contrasta con los barrios vecinos, como los de Newham, el suburbio considerado como uno de los más pobres de Europa. Sus habitantes no creen que la proximidad al centro deportivo cambie su situación, ya que la política del Estado, dicen, se orienta más a satisfacer las necesidades de los ricos.

El sombrío panorama de su realidad cotidiana incluye un creciente desempleo, aumento del costo de la vida, disminución de los ingresos y profundos recortes sociales por parte del gobierno. Esta es la realidad que golpea a los británicos, y aún con más ferocidad a los ciudadanos más vulnerables de Reino Unido.

“De acuerdo a las estadísticas, las medidas de austeridad afectan a los pobres 13 veces peor que a los ricos”, subraya un responsable de políticas sostenibles de la ONG Oxfam, Moussa Haddad. “En parte es porque la gente pobre depende más de los servicios gubernamentales porque no tienen otra opción, mientras que los ricos pueden escoger: educación privada, sanidad privada. Y en parte porque los ingresos de la gente en situación de pobreza son tan bajas que sin estos servicios, necesitan mucho más para salir adelante”.

Y no es porque vivan sin trabajar. Las cifras oficiales indican que un 60% de los 7,9 millones de adultos en situación de pobreza tienen un trabajo. Pero un empleo en la Gran Bretaña de hoy no garantiza salir de la pobreza. 

Mary Lawrence es una madre soltera que siempre ha trabajado. Prepara y sirve comida en la cafetería de una escuela, ganando poco más del salario mínimo. Con su sueldo, los créditos que tiene, el subsidio de niños que recibe mensualmente y con todos los gastos, confiesa la mujer, le queda aproximadamente entre 25 y 30 libras esterlinas a la semana. “Se van en comprar ropa, para los cumpleaños, regalos y ya”, dice.

Con nada de ahorros para casos de emergencia, Mary se preocupa por su hijo de cinco años, Alfi, que a medida que crece requiere más gastos. La madre declaró que quisiera enviar un mensaje al primer ministro, David Cameron, en el que diría que piense más en las personas con salarios bajos.

“También tenemos que sobrevivir y tener una vida. Y una vida no es trabajar de lunes a viernes y no hacer más que eso. Sobre todo cuando tenemos niños pequeños”. Incluso pasear con toda la familia por un parque, como hace los domingos el jefe del Gobierno, a juicio de esta ama de casa, se convierte en un lujo para muchos. 

El Gobierno asegura que la reforma social busca conseguir que sea más rentable trabajar que vivir de los subsidios. Pero los que estudian profesionalmente las condiciones de los pobres dicen que en medio de la crisis económica global aquella lógica no sirve. 

“La gran preocupación es que las dos políticas emblemáticas del gobierno son la reinserción al mercado laboral a través del programa de empleo, y la introducción de un solo ‘crédito universal’ en vez de distintas ayudas de Estado”, destaca el jefe del grupo de acción contra pobreza infantil, Imran Hussein. “El éxito de ambos depende de la situación en el mercado laboral. La economía está en mal estado, el mercado laboral está debilitado y no hay trabajo”.

En épocas de recesión, cuando los ingresos caen y aumentan los gastos, eliminar los subsidios sociales significaría excluir a las personas más pobres de la vida social. Y muchos temen que esto amenace con regresar al país a los niveles de desigualdad que no se han visto desde hace siglos. 

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