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Comparando la España imperial con EE.UU.: Una historia de dos Historias (Parte V)

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Comparando la España imperial con EE.UU.: Una historia de dos Historias (Parte V)
En su artículo titulado "Yesterday’s Spain, Today’s America" ("La España de ayer, la América [EE.UU.] de hoy") publicado en la revista conservadora norteamericana 'The American Conservative', el Sr. James P. Pinkerton, autor y comentarista político de Fox News, alega que para los españoles tras la Reconquista contra los moros "…el imperativo histórico de liberación nacional se convirtió en sí en una aparente infatuación con la guerra". Como hemos expuesto en las partes anteriores de este blog, España tras la conquista del Reino de Granada que puso fin a la Reconquista no fue una excepción en cuanto a verse involucrada en guerras, pues esto había sido durante un milenio la tónica general en Europa, siéndolo también en la región del Mediterráneo ante las constantes amenazas de los piratas berberiscos y de la creciente expansión naval y territorial en el Norte de África de los turcos otomanos.

Pero Pinkerton no se limita, aparentemente, a juzgar a los españoles, porque, tras hacerlo, procede a decir que "marinos y conquistadores ibéricos" antes de que Cristóbal Colón llegase a América "se estaban extendiendo por todo el planeta, buscando oro, esclavos, la fuente de la juventud, cualquier cosa que pudiesen reclamar". Aquellos marinos de la Península Ibérica que navegaban no por todo sino por partes del mundo antes del Descubrimiento de América tenían que ser los portugueses, y uno solo puede asumir que el autor angloamericano se estaba también refiriendo a ellos, aunque los lusitanos del periodo de los descubrimientos -esencialmente siglos XV y XVI- no eran lo mismo que castellanos o españoles, por más pueblo hermano que fuesen de estos. Y es que los portugueses al colonizar en el siglo XV los archipiélagos atlánticos deshabitados de las Azores, Madera y Cabo Verde buscaban tierras para poblar y desarrollar cultivos como la caña de azúcar, el trigo, la cebada y la vid, produciéndose también madera y vino en las Islas Azores ya desde el siglo XV, y siendo de gran importancia desde el siglo XVII la producción de vino en las Islas Madera. Por lo tanto, no había búsqueda de oro o de la fuente de la juventud, y cuando los portugueses navegan por la costa de África lo hacen por órden del Rey de Portugal y no por su cuenta, siguiendo las órdenes de su monarca y tampoco buscando la fuente de la juventud.

Rutas de la Era de los Descubrimientos. En verde se ven las navegaciones de Portugal:


 
Más bien los portugueses abrieron para Europa nuevas rutas de comercio marítimo a lo largo de la costa africana, construyendo el castillo de San Jorge de la Mina en 1482 en la actual Ghana por órdenes del Rey Juan II de Portugal para proteger el monopolio real portugués del comercio del oro de la región a costa de los árabes, dando la vuelta al Cabo de Buena Esperanza en la actual Sudáfrica en 1488, entrando en el Océano Índico y llegando una expedición bajo el mando de Vasco de Gama a la India en 1498 y arribando a las Islas Molucas en las Indias Orientales, la actual Indonesia, en otra expedición bajo António de Abreu en 1512. El interés primordial portugués con estas expediciones a Asia era el tener acceso directo -y lograr el monopolio, afectando al lograrlo a árabes, venecianos y turcos otomanos- al comercio de especias como la pimienta, la canela, el clavo, la nuez moscada, el macis y el jengibre. Otro motivo para las expediciones portuguesas era la propagación de la fe cristiana, no debiéndose ignorar que el control portugués de la costa africana occidental y oriental índica a través de factorías comerciales se debía también en gran medida para controlar el tráfico de esclavos africanos, antes controlado por los árabes y cultivado ya por los venecianos desde el siglo XIV y por los genoveses desde el siglo XV, según el estudio de Sally McKee titulado "Esclavitud doméstica en la Italia del Renacimiento" ("Domestic Slavery in Renaissance Italy").

Otro motivo de la expansión portuguesa por África y el Océano Índico para quitarle el comercio del oro, los esclavos africanos y las especies a los árabes y musulmanes era el deseo adicional de hacerle la guerra al Islam, tras completarse la Reconquista cristiana de tierras portuguesas a fines del siglo XIII. Pero este interés portugués del siglo XV de hacerle la guerra a los musulmanes se ve reflejado actualmente en la obsesión de los líderes de EE.UU. y de una gran parte del público estadounidense de: 1) hacerle la guerra a musulmanes sospechosos o acusados de terrorismo como parte de su autoproclamada guerra contra el terrorismo o 2) de amenazar a países musulmanes como Irán, Pakistán o Siria. Esto se puede explicar por las actitudes en EE.UU. contra los musulmanes debido a la histórica simpatía por Israel en el contexto del conflicto árabe-israelí por parte del gobierno y políticos de los EE.UU. y de estadounidenses de toda índole, incluyendo a judíos norteamericanos y a cristianos fundamentalistas evangélicos, estos últimos por ver todo en términos bíblicos, y debido también a la tradicional xenofobia y el racismo contra todos aquellos que no son americanos blancos, actitud que prevalece entre muchos angloamericanos estadounidenses, los que además de sus prejuicios idiosincrásicos no perdonan a los musulmanes, en general, y a los árabes, en particular, por los atentados del 11 de septiembre de 2001 (antes de estos atentados y para la Primera Guerra del Golfo de 1991 contra Irak por la liberación de Kuwait, como dije en otra ocasión, había soldados estadounidenses que llamaban por su racismo de manera genérica a todos los árabes -aliados incluidos- 'sand niggers', término muy peyorativo que se puede traducir como 'negrillos de la arena' en alusión a las arenas del desierto).

La Guerra contra el Terrorismo, según Washington. En rosa están los frentes de esta guerra, Irak, Afganistán, Pakistán, Yemén y Somalia, parte del mundo musulmán. La numeración corresponde a ciudades donde hubo atentados cometidos por terroristas islamistas. Entre los países musulmanes adicionales que actualmente son objeto de la atención hostil de EE.UU. y de sus aliados europeos se encuentran Siria e Irán.

 
La esclavitud practicada por los portugueses en África, como dije, fue antecedida por los árabes y las repúblicas italianas de Génova y Venecia. Cabe por ello responder también al artículo del comentador político de Fox News que antes que aquellos "marinos y conquistadores ibéricos" que navegaron por el mundo antes que Cristóbal Colón llegase a América –los portugueses– los venecianos y genoveses se destacaron por el tráfico de esclavos turco musulmanes y de blancos cristianos de origen europeo. Según McKee, los traficantes italianos vendían en Italia esclavos "rusos,  tártaros [pueblo de origen turco de la costa norte del Mar Negro], circasianos [habitantes del Cáucaso Norte], abjasios [de Abjasia, antiguo reino a orillas del Mar Negro al norte de Mingrelia], mingrelianos [habitantes de Mingrelia en Georgia, en el Cáucaso, siendo Mingrelia la legendaria tierra a orillas del Mar Negro a donde fueron los héroes Jasón y los Argonautas en búsqueda del mítico vellocino de oro –carnero con lana de oro– según la mitología griega], gueti [pueblo tracio que habitaba el norte de Bulgaria y en Valaquia, la cual actualmente es parte de Rumanía], valacos, turcos, y otros de regiones de los Balcanes, Cáucaso y Asia Central". Según la misma fuente, los traficantes de esclavos genoveses llegaron a vender griegos cristianos hasta fines del siglo XIV, cuando el gobierno de Génova lo prohibió. Los genoveses hasta comienzos de la segunda mitad del siglo XV se concentraron en la venta de "esclavos rusos, circasianos y tártaros", y una vez que los turcos les negaron el acceso al Mar Negro y a sus riberas como fuente de esclavos en el último cuarto del siglo XV, cuando en 1475 los otomanos conquistan la costa sur de la Península de Crimea, los genoveses y venecianos vendieron como esclavos a "cautivos bosnios, serbios y albaneses" capturados en la Europa del Sudeste por los turcos. No es por ello de extrañar que cuando el navegante y comerciante genovés Cristóbal Colón se dio cuenta que las tierras que había descubierto en 1492 para la Corona de Castilla no tenían las fabulosas riquezas del Extremo Oriente que buscaba, para compensar la poca ganancia viera como buen negocio esclavizar a indios taínos de la isla La Española, que fue lo que hizo.

El famoso pirata, negrero y almirante de la reina de Inglaterra Sir John Hawkins:


A aquellos conservadores estadounidenses de origen anglosajón admiradores de la Gran Bretaña y detractores de España y de lo hispano se les debe de recordar que el pirata y héroe inglés John Hawkins de tiempos de la reina Isabel I de Inglaterra robaba esclavos africanos a los portugueses en la costa de Guinea y Sierra Leona, llevándolos a los territorios españoles del Caribe para venderlos por la fuerza. Allí también Hawkins aprovechaba la oportunidad para llevar a cabo en el mar ataques piráticos como complemento comercial en pos de ganancias para los inversores ingleses de sus expediciones, que incluían a la mismísima reina Isabel, tan adorada por el pueblo y la historiografía inglesa y reverenciada en el cine anglosajón. Estas acciones ilegales de comercio ilícito y piratería las llevaban a cabo los ingleses con la aprobación y complicidad del Gobierno de la reina de Inglaterra, en tiempos no de guerra sino de paz con España y Portugal. Así en la expedición de 1564-1565 Hawkins fue con una flotilla de buques al Mar Caribe para venderles por la fuerza a los españoles 400 esclavos africanos que les robó a los portugueses. Un ejemplo de sus métodos fue lo que el inglés hizo en la población de Borburata, en la costa de Venezuela, donde intimidó al gobernador español a que la población le comprase esclavos, comprándole 140 "a buen precio" de acuerdo al historiador y marino español Cesáreo Fernández Duro, después de que Hawkins ordenase que 200 hombres armados desembarcasen junto con piezas de artillería, las cuales se las hizo disparar para mayor efecto. Tras esta venta Hawkins continuó con su flotilla a lo largo de la costa hasta Riohacha y Cartagena en la actual Colombia repitiendo el mismo método de 'mercadeo' que hizo en Borburata, vendiendo así el resto de su carga humana. Entre otras acciones, Hawkins después estuvo por 15 días en espera de la Flota de Nueva España para ver si lograba capturar algún navío español en acto de piratería.

Así, Hawkins regresó a la América española en 1568, habiéndole ya proporcionado Isabel de Inglaterra como socia de la empresa el navío Jesús de Lubeck de 800 toneladas de desplazamiento y "buena artillería de bronce". Con su flotilla Hawkins con malas intenciones apareció delante de Veracruz, México, aquel año. No siendo los ingleses esperados por ser tiempos de paz, los oficiales reales españoles salieron en un bote a recibir a los recién llegados, pensando que era la esperada flota que venía de España. Hawkins aprovechó la sorpresa para hacer prisioneros a los oficiales reales y contarles el cuento que había salido con sus navíos de Inglaterra rumbo a San Jorge de la Mina en Guinea pero que por culpa de las tormentas del Atlántico se vio obligado a ir hasta Veracruz para carenar sus barcos y proveerse de bastimentos, por lo cual le pagaría a los españoles pero que como prueba de confianza le exigía a las autoridades de Veracruz que le entregasen a los ingleses el control sobre la isla de San Juan de Ulúa junto con sus fortificaciones mientras durase su estadía en el puerto. No teniendo otra opción en aquel momento por tener el inglés como rehenes a los oficiales reales, se le dio a Hawkins lo que exigía, entrando en el puerto con su flotilla de unos nueve navíos, de los cuales cuatro eran de guerra de la reina Isabel de Inglaterra, incluyendo al buque insignia, el Jesús de Lubeck. Una vez dentro del puerto, los ingleses apresaron, ilegalmente también, todas las naves españolas ancladas en Veracruz, incluyendo la del capitán Francisco Maldonado llevando vino de España, y al ocupar la isla de San Juan de Ulúa desembarcaron piezas de artillería que emplazaron para defender a sus naves.

También Hawkins empezó las negociaciones para vender su carga de esclavos africanos, con la idea de que el virrey de Nueva España le concedería las licencias requeridas para tal propósito. A los tres días de estar los ingleses ilegalmente en Veracruz, llega la flota de España que, compuesta de 13 barcos, conducía a México al nuevo virrey, don Martín Enríquez. Pensando Hawkins que la flota era la armada de guerra bajo el mando de Pedro Menéndez de Avilés, gobernador de Cuba. Bajo esta noción Hawkins envía a la flota recién llegada un representante suyo que repitió la misma historia de su viaje a la costa africana y de los temporales sufridos, poniendo condiciones de cómo la flota llegada de España debía entrar al puerto de Veracruz, de la separación de las naves españolas de las inglesas y de que nadie de los navíos recién llegados debía bajarse al puerto, tras meses de viaje, mientras que la flotilla inglesa estuviese en el mismo. Con los oficiales reales todavía de rehenes de los ingleses y siendo solo la Capitana –el buque insignia– de la flota de 13 navíos recién llegada galeón de guerra, mientras los otros 12 eran mercantes (la Almiranta española -el segundo buque insignia de la flota- estaba artillada como las demás pero por ser nave mercante estaba cargada de mercancías y ninguno de los mercantes había sido diseñado para combatir buques de guerra con buena artillería como los de los ingleses), además del control inglés de las fortificaciones de la isla de San Juan de Ulúa que protegían el puerto de Veracruz, se accedió a las demandas de Hawkins, entrando al puerto la flota española que estaba bajo el mando del general don Francisco Luján. Ya de noche el virrey Enríquez y el general Luján acordaron que no había justificación de respetar lo acordado con Hawkins en vista de las mentiras que servían de base a las razones dadas por el inglés, y debido sin duda a las acciones hostiles, intimidatorias e ilegales de los ingleses hasta el momento. Se planeó un ataque nocturno simultáneo contra los buques ingleses y contra los hombres de Hawkins que estaban en las baterías de cañones de San Juan de Ulúa. Los ingleses, apercibidos, dispararon con sus cañones primero, incendiando a la nave Almiranta española, la que explotó a resultas matando a 20 personas. Junto con vecinos de Veracruz armados, soldados españoles desembarcaron en San Juan de Ulúa y pasaron a cuchillo a los ingleses, tornando sus cañones contra los buques de la flotilla de Hawkins. El Jesus de Lubeck fue capturado por los españoles junto con otros tres navíos ingleses, con otro más hundido, escapando el resto junto con Hawkins y su primo segundo, el también pirata Francis Drake. Se hallaron 50 esclavos africanos en el Jesus de Lubeck que Hawkins no había tenido oportunidad de vender. Todo esto lo menciono para que se vea que los ingleses, tan admirados por muchos de los llamados conservadores de EE.UU., iban navegando por el planeta involucrados en la trata de esclavos negros y en la búsqueda de oro y riquezas, que en los casos de héroes ingleses de la época de Isabel de Inglaterra como Hawkins y Drake eran robadas.

Juncos de guerra chinos destruidos por el moderno buque de hierro de guerra de vapor Nemesis, de la Compañía de la India Oriental británica, en 1841 durante la Primera Guerra del Opio:

Deseo también aquí mencionar las Guerras del Opio que incluyen la Primera Guerra del Opio de 1839 a 1842 y la Segunda Guerra del Opio de 1856 a 1860, por las cuales los ingleses forzaron al Gobierno chino a aceptar la exportación y venta legal por comerciantes británicos del opio en la China, siendo la droga producida en las posesiones británicas de la India. El Gobierno imperial chino se oponía a las exportaciones británicas de opio en gran medida por el gran número de drogadictos y víctimas que el vicioso consumo de opio producía. Fue tras la Primera Guerra del Opio que la Gran Bretaña obtuvo el control de Hong Kong a costa de la China. Y todo con la bendición de su Graciosa Majestad Británica, la tan reverenciada reina Victoria. Es como si ahora el Gobierno del Reino Unido amenazase al Gobierno de la India con su superior arsenal de armas nucleares basadas en misiles balísticos intercontinentales lanzados desde submarinos de propulsión nuclear para que le comprase legalmente heroína proveniente de Afganistán, o que EE.UU. amenazase a la Unión Europea con acciones militares y sanciones económicas de no comprarle legalmente cocaína, heroína y marihuana.

La estrategia de obligar a naciones al comercio por la fuerza es al parecer una práctica utilizada por potencias anglosajonas a lo largo de su historia. Como he mencionado, los ingleses se han caracterizado por el comercio por la fuerza en ocasiones, como en las expediciones negreras de John Hawkins a la América española en la segunda mitad del siglo XVI o las Guerras del Opio impuestas a la China menos de 300 años después. Igualmente, siguiendo esta tradición inglesa el Gobierno de los EE.UU. envió en 1852 al Comodoro Matthew Perry de la Armada de los EE.UU. al mando de cuatro buques de guerra al Japón, amenazando con bombardear con los cañones de su escuadrón naval al puerto de Uraga, cerca de la actual capital japonesa de Tokio y a la entrada de la Bahía de Tokio, todo para forzar al Japón a que se abriese al comercio con los EE.UU., estando entre las demandas la apertura de los puertos japoneses a los barcos mercantes americanos y la negociación de un tratado de comercio con los EE.UU.

Más recientemente, se puede asumir que una razón poderosa para la invasión por los EE.UU. de Irak en 2003 por órdenes del presidente George W. Bush haya sido para que las Fuerzas Armadas iraquíes y la infraestructura del país tras la caída del régimen de Saddam Hussein fuesen en gran medida dotadas de equipos estadounidenses, reemplazando a los de otros países para beneficiar así a la industria y compañías americanas. La intención habría sido hacer de Irak un mercado privilegiado para la industria y compañías de EE.UU., pero otra cosa es que esto se llegue a materializar ahora que Bagdad posee un Gobierno independiente y soberano.

Se puede especular que una característica de las potencias anglosajonas agresivas es el de recurrir a la guerra y acciones armadas para imponer relaciones comerciales a otros países en las que los intereses económicos de la potencia agresora se verían grandemente beneficiados por la promesa de grandes ganancias. El uso de la fuerza así ha servido para promover comercios que en ocasiones se han basado en negocios moralmente cuestionables como la esclavitud de seres humanos, de negros africanos, o el tráfico de drogas, del opio, como en los casos mencionados de los ingleses. También se han usado excusas como el libre comercio y la apertura de nuevos mercados para forzar a países como el Japón a comerciar con los EE.UU. como pasó en el siglo XIX, o ya en el siglo XXI el utilizar como justificación para invadir Irak el de la existencia – falsa - de armas de destrucción masiva, para así hacer de este país tras la invasión y consiguiente cambio de gobierno una fuente segura de petróleo para EE.UU. y un mercado privilegiado de sus productos, desde armamento hasta turbinas generadoras de electricidad. No solo "marinos y conquistadores ibéricos" del siglo XV han recorrido el mundo en busca de riquezas y ganancias comerciales, pues también lo han hecho Inglaterra -sin y con su Gran Bretaña- y los EE.UU., y en grande. Antes de ver la paja en el ojo del vecino, vean el tronco que llevan en el propio.
El Dr. Lajos Szászdi es analista de asuntos de defensa, seguridad y relaciones internacionales, autor,  conferenciante y comentador en la televisión y la radio 

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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