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La lucha por la supervivencia de las 'startups' en Silicon Valley

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Todo programador o empresario informático sueña con mudarse al llamado Valle del Silicio (Silicon Valley). Sin embargo, la vida de los fundadores de proyectos informáticos, las populares 'startups', en California, es poco envidiable.
Basándose en un reportaje sobre una de estas empresas, Boomtrain, publicado en el portal Wired, resulta fácil imaginar cómo es el camino a los primeros millones de riesgo que no garantizan ni la prosperidad ni la fama. 

1. En los primeros años las ganancias de los fundadores de una 'startup' son mínimas, así que a éstos les cuesta arreglárselas para llegar a fin de mes. Todos sus ahorros están invertidos en un proyecto que empezará a dar beneficios solo si algún inversor apuesta por él.

2. La idea de que es fácil pronosticar el crecimiento de las 'startups', promocionada por varias 'aceleradoras' de empresas, es un mito.

Hay muchas más casualidades, imprevistos y acontecimientos fruto del azar que factores que permitan sistematizar el proyecto y planificarlo con vistas a varios años adelante. 

El mercado de capital de riesgo puede ponerle freno en última instancia causando un agujero en las cuentas y amenazando con el cierre del proyecto.

3. Los  jóvenes empresarios de tecnologías informáticas que ansían conquistar Silicon Valley, no solamente aguantan las condiciones precarias del 'cotrabajo' (empleo de instalaciones compartidas con otras empresas para trabajar) sino que frecuentemente viven en residencias superpobladas, las conocidas como 'hacker houses'.

El autor del mencionado artículo logró encontrar un lugar en un cuarto compartido, pagando 1.250 dólares al mes por un colchón en el suelo. 

4. Hay mucha gente dispuesta a invertir en nuevos proyectos en Sillicon Valley. Sin embargo, muchos de los potenciales inversores tienen tan poca experiencia como los jóvenes desarrolladores de los proyectos.  

Los jóvenes emprendedores se habrían podido aprovechar de este factor, si los inversores no hubieran adoptado una regla: no cerrar la ronda de inversión inicial sin que al menos el 10% de la suma solicitada por la empresa 'startup' sea desembolsado por una entidad de capital de riesgo profesional o por un 'inversor angelical'. 
 
Estos últimos a su vez temen cooperar con gente no profesional aunque cuenten con alguna experiencia en inversiones.

 
 
5. Es muy difícil atraer a un buen inversionista sin disponer de ingenieros con títulos académicos entre el personal. Emplear a ese tipo de profesionales tampoco es fácil, ya que solo es posible atraerlos con mucho dinero, una campaña de relaciones públicas fabulosa o una propuesta para resolver un problema excepcionalmente complejo.
 
6. El primer cliente del producto no suele ser alguien que esté dispuesto a pagar.
  
Aunque muestre confianza en el producto, lo comprará solo con un descuento enorme, de hasta el 75% del precio para el periodo de pruebas.

El primer cliente sirve para cubrir tan solo un punto del plan de negocio, no el dinero que ansían los creadores trabajando 20 horas por día los primeros dos años del proyecto.
 
7. Esos primeros dos años son un juego de trileros. Hay que fingir haber encontrado a un inversor seguro para emplear a los ingenieros; mostrarles a los inversores potenciales los currículos vitae de ingenieros todavía no empleados y hablarles sobre clientes que  todavía no han aceptado comprar el producto.

8. Que los fundadores de 'startups' puedan rechazar una buena propuesta de compra en favor de su propia independencia y por creer en el crecimiento de su negocio de manera autónoma, es un mito que desde hace tiempo es desmentido tanto por los inversores como por los mismos empresarios.
 
Solo unos pocos pueden rechazar una oferta de 100 millones de dólares creyendo que la compañía algún día costará 1.000 millones de dólares. Para la mayoría, esta propuesta sigue siendo un sueño inaccesible.

9. Hace 15 años era más fácil para una compañía recibir cinco millones de dólares de un inversor que ahora.

Estos fondos que anteriormente se destinaban a una empresa de 10 personas ahora se reparten entre 10 'startups' de dos personas cada una.

Esto tiene como consecuencia que muchos proyectos son iniciados por personas que no están capacitadas para hacerlo.

10. Lo gigantes de las tecnologías informáticas aprovechan las ideas, modelos y tecnologías innovadoras puestas a prueba por las 'startups'.

De hecho las corporaciones los utilizan como alternativas baratas a sus propios departamentos de investigación y desarrollo.
 
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